martes, 24 de julio de 2018

Cuestiones pendientes de debate (XII Congreso Español de Criminología)

A raíz del XII Congreso Español de Criminología, celebrado en Oviedo durante la última semana de junio, se han manifestado diversas cuestiones que deben ser objeto de un profundo debate por parte de las sociedades, asociaciones, federaciones, colegios y todo aquel que esté implicado en el ámbito criminológico; este es el objetivo de este post y es lo que trataré de desarrollar en las siguientes líneas.
Lo primero que podemos decir es que el Congreso fue todo un éxito en cuanto a la organización (desde aquí mi enhorabuena al Ilustre Colegio Profesional de Criminólogos de Asturias por su implicación y buen hacer para que el Congreso pudiera celebrarse en Oviedo), también por el alto índice de participación, con más de 250 propuestas entre pósters y comunicaciones, y como no, por el debate generado. Este es un hecho que evidencia que la investigación criminológica en nuestro país goza de muy buena salud. Pero, como en todo buen Congreso que se precie, también salieron a la luz algunas cuestiones que deben ser objeto de debate, sobre todo las dos siguientes:

1) Identidad del Criminólogo: académico y profesional.
En el informe hecho público por el Presidente de la SEIC, Juanjo Medina, encontramos un punto referido al redescubrimiento del carácter multidisciplinar y mestizo de la Criminología, donde se hace una fuerte defensa de la identidad del criminólogo basada simplemente en el buen hacer criminológico, más allá de papeles que digan qué es o no es un criminólogo. Y aquí creo, sinceramente, que se refiere a la definición de lo que es un criminólogo académico, es decir, aquella persona que se dedica a la docencia e investigación en Criminología, y que no debe confundirse con el criminólogo profesional, y esto no quiere decir que uno sea más o menos importante que el otro. Porque no hay que olvidar que en España debemos mucho a todos aquellos profesores que han impulsado y siguen impulsando la investigación seria y la docencia de calidad en nuestro campo (debemos tanto, que sin ellos no tendríamos el potencial que tenemos actualmente, demostrado en el XII Congreso Español de Criminología). 

Esta distinción es importante porque también hay que tener en cuenta el mensaje que se lanza a aquellas personas que inician sus estudios de Criminología (o los están acabando o los han acabado), donde no se pone en valor la propia titulación de criminología y puede llegar a ser desalentador para ellos, ya que se van a preguntar que para qué han estudiado el grado en Criminología cuando podían haber hecho cualquier otra carrera y luego interesarse por la criminología (aunque sea de pasada) para poder ser criminólogos. Y también encierra un desprestigio de la propia titulación que puede llegar a las diferentes administraciones y/o empresas y entorpecer el proceso de contratación de criminólogos para realizar funciones específicas de la criminología, abriendo así el campo a cualquier persona, tenga o no título de Criminología, y con ello desvirtuar por completo el actual sistema de ordenación de las profesiones. Que aunque sea gremial y más propio de la Edad Media, eso no lo discuto, es el que tenemos actualmente. Otra cosa sería que pudiésemos cambiarlo para todas las profesiones.

Yendo un poco más allá, y como posible explicación de esta postura de la SEIC, creo que detrás de ella se encuentra el desconocimiento del ámbito profesional criminológico actual en España, diferente del ámbito anglosajón (otro mundo, no sé si mejor o peor, pero otro), y de los problemas que nos encontramos en la empleabilidad de los titulados en Criminología; del desconocimiento del sentir de (y el respeto por) los miles de egresados en Criminología que han invertido mucho tiempo, dinero e ilusión en su formación; del miedo infundando de un grupo de profesores que no son titulados en Criminología y hacen Criminología (y de calidad, no lo olvidemos) por ser excluidos de ese reconocimiento; también de la juventud de esta profesión; y quizás como consecuencia de los estragos causados por la licenciatura de segundo ciclo en el imaginario de lo que es y no es un criminólogo -a pesar de que fue el paso previo e indispensable para tener grados- en la que para obtener este título se debía tener un primer ciclo de titulaciones no criminológicas, donde se ha creado un grupo con pocos conocimientos en Criminología porque los adquirieron como mero complemento a su formación básica.

Además, para poder entender mi postura he puesto el ejemplo siguiente en las redes sociales: ¿dejaríamos que nos recetase un medicamento alguien que no estuviera titulado en Medicina? Puede ser que no, entonces, debemos reconocer que la ordenación de las profesiones (por suerte o por desgracia) se hace a través de la consecución de un título oficial, que en nuestro caso, además, nos ha costado muchísimo conseguir y trata de poner la Criminología y a los criminólogos titulados en el lugar que merecen. Y también he hablado de que, en mi caso, puedo estar investigando el suicidio en adolescentes y su relación con el acoso, y no por ello voy a decir que soy médico o psicólogo, seré criminólogo que se interesa por un aspecto del amplio campo de la salud. ¿Se imaginan qué me dirían si con esta carta de presentación voy a colegiarme en el Colegio de Médicos o Psicólogos? Voy a intentarlo y les cuento. 

Pero, no todo el problema proviene de los docentes e investigadores, en el otro extremo tenemos la información del Colegio de Profesional de Criminólogos de la Comunidad de Madrid, en el que su Decano, en una carta hecha pública sobre novedades del colegio, afirma que los colegiados de esta institución recibirán el carnet que los acredita como criminólogos, porque de lo contrario solo serán graduados o licenciados en Criminología, es decir, ¿esta es la definición válida de criminólogo? Se parte del símil de los abogados olvidando que la colegiación no es obligatoria para el desarrollo de la profesión de criminólogo (cosa que no sé si es buena o mala). 

En resumen, aquí evidenciamos dos posturas un tanto extremas, por un lado considerar que cualquier persona que se dedique a la investigación de ámbitos relacionados con el objeto de estudio de la Criminología es criminólogo, sin darle ninguna importancia a la consecución de una titulación oficial; y por otro, que solo un Colegio Profesional puede determinar quién es criminólogo. Y digo yo que en el medio encontraremos la virtud, ¿qué hay de malo en decir que un jurista se dedica a la investigación de calidad en Criminología, por ejemplo? Sin tener que considerarse criminólogo por no tener un título en Criminología, y si quiere considerarse criminólogo, que lo haga, pero dejando claro que es un criminólogo académico. Y aquí hay que aclarar que el avance de nuestra ciencia, como el de todas, solo será posible por la implicación de grupos de investigación multidisciplinares, sin necesidad, siquiera, de considerarse criminólogos; pero el avance en el campo profesional lo conseguiremos cuando se ponga en valor la titulación de Criminología, y ahondar en la tesis académica no nos va ayudar. 

2) Calidad de la enseñanza en Criminología. 
Como consecuencia de lo dicho anteriormente podemos intuir que la enseñanza de criminología está en manos de personas que no son titulados en Criminología y además, en el peor de los casos, no desarrollan su labor investigadora en el campo de la Criminología. Para ello será muy interesante conocer los resultados que se obtengan a través de los estudios del Observatorio en el que participamos junto a la SEIC y tratar de conocer la realidad de esta afirmación, de momento, son conjeturas (o hipótesis de partida, como quieran). 
Si se ahonda un poquito más en lo dicho, es un grave problema que nuestros estudiantes no conozcan los principales hallazgos en Criminología y su aplicación práctica, y todavía es más grave que en los grados de Criminología todavía haya profesores que digan que no tienen ni idea de lo que es la Criminología o hace un criminólogo, o más allá, que sientan que sus propios alumnos son una amenaza para su disciplina y no les permitan desarrollar trabajos finales de grado, por ejemplo, en ámbitos criminológicos, circunscribiéndolos a ámbitos jurídicos o puramente psicológicos en su mayor parte. 

Abel Glez. García
Presidente FACE

sábado, 20 de enero de 2018

La investigación criminológica: futuro profesional. Reflexiones a partir de las candidaturas para el Colegio de Criminólogos de Madrid y el Colegio de Criminólogos de Cataluña Dr. Abel González García (Presidente FACE)

Como ya comentaba este mes viene calentito en cuanto a las elecciones en los recién estrenados Colegios de Criminólogos de Madrid y Cataluña. En ambos casos existen dos candidaturas y por lo que he ido posteando en las redes sociales ya me he decantado por una candidatura en cada uno de los comicios programados para el 25 y 30 de enero próximos. Este apoyo también se ha aprobado por parte de la Junta Directiva de la FACE. Veamos los argumentos. 
En el caso del Colegio Profesional de Criminólogos de la Comunidad de Madrid está clara la elección, al menos por mi parte. En el caso de la candidatura presentada por Juan Sarmiento Marín de León me veo sorprendido porque creo que es una persona que no tiene la titulación requerida siquiera para ser colegiado (según la Ley de Creación del Colegio), pero aún más estupefacto me quedo leyendo una entrevista publicada en el blog de Sociedad de Conocedores del Crimen, donde cita en un par de ocasiones a la FACE, Federación de la que soy presidente. En todo lo que cuenta allí de la historia de la Criminología en España discrepo, porque yo fui testigo de primera línea de todo aquello y nada tiene que ver lo que cuenta con lo que sucedió realmente. Veamos que pasó desde el año 2000 hasta el año 2003 (creación de la Licenciatura de Segundo Ciclo) y posteriormente en el 2004 con la adaptación de los títulos propios de Criminología para el acceso a la Licenciatura (embrión del actual grado). En el año 1999 se produjo la primera reunión de estudiantes de Criminología a nivel nacional en Barcelona y se acordó por los allí presentes el solicitar la oficialización de los estudios de criminología como Licenciatura completa (5 años), pero en el caso de no poder hacerlo así crear la Licenciatura de 2º ciclo, debido a que esta Licenciatura de 2º ciclo sí daba acceso a los estudios de Doctorado (principal vía de reconocimiento social y profesional por la que hemos apostado siempre). En este caso coincidíamos plenamente con lo que estaba trabajando la FACE en esos momentos. Bien, llegaron las reuniones con el Ministerio de Educación para el impulso de la oficialización de los estudios y lo primero que nos dijeron es que era imposible crear una titulación nueva porque ya se estaba pensando en la adaptación a los futuros estudios europeos (de grado y postgrado), con esa respuesta tocaba convencer a todas las Universidades de la CRUE (incluidas las que no tenían títulos de Criminología, por cierto), de esta manera se habló uno por uno con todos los Rectores para convencerlos de la necesidad de crear los estudios de Criminología (labor que realizaron el Presidente por aquel entonces Antonio García Chazarra y el Vicepresidente Francisco Bernabéu Ayela), se consiguió y con ese impulso de las Universidades el Ministerio dio dos opciones: o crear una diplomatura o una licenciatura de segundo ciclo. En ese caso se optó por la Licenciatura de Segundo Ciclo (como mal menor y porque no estaba muy claro que los estudios de Diplomatura se adaptaran a los títulos futuros de grado). Así pasó, se creó por el RD 858/2003 la licenciatura de segundo ciclo, y ahora quedaba el principal escollo, saber qué títulos propios de Criminología se adaptaban a una diplomatura para el acceso a la licenciatura. Aquí el Ministerio, y la FACE, junto a los estudiantes, lo teníamos claro: que sean títulos propios de una Universidad (no nos valían títulos propios de centros no universitarios, caso de la ESCCRI en Canarias y la ECC en Barcelona) y que tuviesen una carga lectiva de 1800 horas (aquí el título de la Universidad de Oviedo se adaptó para conseguirlo, gracias a las reuniones de estudiantes). Aún así, desde la ESCCRI, al ver que no podían reconocer el título que habían vendido a bombo y platillo como Licenciatura (cuando no existía en España) intentaron torpedear el proceso, pero no lo consiguieron. Y después de todo esto, cuando ya estaba arreglado el panorama de los títulos propios, tocaba luchar por el grado, y se volvió a poner de acuerdo a todas las Universidades y crear el libro blanco de Criminología, vía por la que se adaptaron las licenciaturas de segundo ciclo a los grados que actualmente cursamos. Y esta es la historia. De todo ello está en vías de publicación un libro de la FACE y la presentación en el I Congreso Andaluz de Criminología (los próximos 6, 7 y 8 de marzo) de una ponencia titulada “La Postverdad en Criminología: ¿por qué estamos aquí?” presentada por Francisco Bernabéu y por mí mismo, donde ampliamos lo que he contado en estas líneas.

Además, en la candidatura para el Colegio Profesional de Criminólogos de Madrid encabezada por Juan Sarmiento habla de criminólogos-científicos versus criminólogos-juristas-criminalistas y dice que no hay ningún puesto de trabajo de criminólogos por seguir esta línea de oficialización de los estudios. A este respecto hay que decir que el Sr. Sarmiento sigue anclado en el año 2003, que no se ha enterado de todo lo que ha sucedido en estos años: ha habido una plaza de criminólogo en el Ayuntamiento de Benidorm (porque era Licenciatura), más de 25 profesores de Criminología en las Universidades españolas porque pudieron acceder a los estudios de doctorado al hacer la Licenciatura, un centenar de criminólogos/as en empresas privadas (que pueden estar ahí en gran parte porque tienen una titulación oficial), una veintena de criminólogos/as trabajando en Fundaciones, cinco criminólogos trabajando en Instituciones Internacionales (Unión Europea y ONU), y así un largo etcétera debido a que tienen titulación oficial -todo ello son datos preliminares de un estudio de inserción profesional de criminólogos auspiciado por FACE y SEIC-. Si se hubiera seguido por la línea de la ESCCRI seguiríamos anclados en aquellos títulos propios en los que se lucraban particulares (caso ESCCRI y ECC) o Universidades y no servían para nada. Así que mi llamamiento es para que deje de engañar y se retire de la vida pública criminológica, su tiempo ya ha pasado.

En este sentido, según he dicho antes, la clave actualmente es tener estudios de Criminología en los que la mayor parte del profesorado esté formado en Criminología, investigue en Criminología y apueste por la Criminología. Para conseguirlo hay que potenciar los estudios de doctorado de los criminólogos, que es la base para el trabajo de los criminólogos, y esto es lo que deben perseguir (también) los Colegios Profesionales, el dotar a los criminólogos sobre el terreno de los estudios y conocimientos propios de Criminología. En este caso, por ejemplo, se podrá ir a un centro penitenciario y estar en igualdad de condiciones con el resto de los profesionales y no habrá que irse a estudios de otras disciplinas para fundamentar nuestro trabajo (aunque de esto se puede hablar más largo y tendido, debido a que lo ideal es el trabajo multidisciplinar, pero donde la criminología tenga el mismo peso que otras ciencias sociales). Deciros que este sentido se ha avanzado mucho, solo hay que echar un ojo a los libros de comunicaciones de los 11 congresos españoles de Criminología organizados por la SEIC y por la FACE. Ahora hay que llevarlo al campo aplicado, y para eso están los colegios.

Como he publicado en el libro Efectos que ha generado CSI en México y España (junto a los profesores Martín Barrón de México y Pedro Campoy de España) hay que huir de la Criminología espectáculo y empezar a hacer criminología seria y rigurosa, y por este motivo apoyo las dos candidaturas, de Madrid de Ángel García Collantes, con tres doctores y otros tantos doctorandos;  y de Barcelona de Daniel Limones Silva, con un gran número de doctorandos en Criminología; ya que, en ambos casos, sé que tienen esta visión sobre el particular que he expuesto en este texto.

Y, por último, como actual presidente de FACE creo que no debo formar parte de las Juntas Directivas de ninguno de los colegios creados hasta la fecha, hasta que no tengamos Colegios en todas las Comunidades, que será cuando la FACE deje de tener sentido en la representación profesional, y, como ya hizo Francisco Bernabéu (Presidente Emérito de la FACE) con el Colegio de la Comunidad Valenciana, el mejor lugar es formar parte de la Comisión de Ética, y ese el motivo para presentarme  a la elección de manera individual a esta comisión del Colegio de Criminólogos de la Comunidad de Madrid.