domingo, 30 de diciembre de 2012

Rompiendo las reglas


El título de esta entrada no es casual: es el título del libro de Wikström, Oberwittler, Treiber y Hardie (2012) editado por Oxford University Press (http://ukcatalogue.oup.com/product/9780199592845.do#.UOCFNm_Af-A) en el cual se repasan las características de la Teoría de la Acción Situacional (SAT) (Wikström, 2006, 2010a, 2010b, 2011) y los resultados del estudio PADS+ (The Peterborough Adolescent and Young Adult Development Study) (http://www.pads.ac.uk/).

El objetivo no es resumir el libro ni discutir acerca de esta nueva teoría, la cual resultará familiar para ustedes: el objetivo es establecer un debate en torno a una noticia que puede tener serias implicaciones en tres ámbitos concretos de nuestra ciencia:

-          El control de armas

-          El policing (y las estrategias adoptadas)

-          La estadística delincuencial

En El Mundo (edición América) una de las noticias importantes hoy (ampliamente tratada por varios medios de comunicación en los últimos días) es el descenso de los homicidios en la ciudad de Nueva York, cuya tasa se ha situado en la más baja de la historia.

Esta noticia tiene algunos paralelismos, aunque no lo parezca, con los execrables hechos acaecidos hace pocos días en la ciudad de Newtown (Connecticut): un sujeto mató a 27 personas -de las cuales, 20 niños) tras irrumpir en una guardería armado y disparar de forma ¿indiscriminada?


Yendo por partes, y siendo breves, intentaré establecer el debate en torno a los tres ejes básicos que hemos señalado antes.

Más allá de las consideraciones que algunos han hecho con respecto a los hechos de Newtown (patología del sujeto, conveniencia del control de armas, efecto de los videojuegos violentos sobre los sujetos, etc.), creo conveniente señalar que la estrategia del control de armas juega un papel crucial en ambas noticias, pero en diferentes sentidos.

En el caso de Nueva York, la afectación que esta estrategia ha tenido sobre el descenso de la delincuencia es limitada “per se”, ya que la adopción de la dicha estrategia es a la vez causa y efecto: por una parte, es consecuencia de dos o más estrategias encaminadas a la reducción de la delincuencia, una directamente dependiente del modelo de policing adoptado por la policía de la ciudad (que se expresa en el llamado “stop and frisk”, entre otras cuestiones) y otra dependiente indirectamente de la adopción de un modelo teórico que, en realidad, poco tiene que ver con la delincuencia y mucho con el miedo al delito y la inseguridad ciudadana (conceptos diferentes, pero relacionados en este sentido), como es la Tolerancia Cero y, cómo no, la Teoría de las Ventanas Rotas (teorías curiosamente muy ligadas pero muy diferentes en el enfoque y en la fundamentación filosófica subyacente).

Evidentemente, existen discrepancias en lo expuesto, pero no es ahora el lugar ni el momento de tratarlas. Lo que se pretende poner de manifiesto es que el descenso de la delincuencia (violenta) en Nueva York es consecuencia del control de las armas de fuego pero sólo en el momento en que esta estrategia ha venido acompañada de un cambio más profundo operado en una agencia de control formal: la policía y el modelo de “policing”. Por ello, se defiende aquí que esta estrategia también es efecto de la reducción de los homicidios: sólo en tanto parece ser que funciona esta parte del procedimiento de “stop and frisk” ha seguido aplicándose.

En el caso de Newtown, sin embargo, dicha estrategia hubiera podido limitar el impacto de los hechos, que seguramente hubieran podido tener otra expresión; no obstante, en este caso, algunas características tratadas por otros modelos y teorías criminológicas juegan un papel más importante en la comprensión de los hechos (modelos de crianza, modelo social, fuentes de tensión, fuentes de riesgo, y un largo etcétera de componentes no necesariamente vinculados al sujeto). En este caso, el control de armas opera en el sentido que Wortley (2001) ha señalado: es una estrategia “blanda” de prevención situacional. En ningún caso, por tanto, podríamos establecer que el control de las armas (por sí mismo) hubiera evitado tan lamentables hechos.

Por otra parte, siguiendo con nuestra reflexión, a nivel de policing, la evidencia empírica ha venido a demostrar que, en realidad, no existen cambios en la Policía como organización, sino que en los últimos tiempos se han producido cambios en las estrategias policiales. Por tanto, no es posible hablar de “cambios en el modelo policial”, sino que resultaría más conveniente hablar de cambios en los procedimientos policiales.

Volviendo a la noticia de Nueva York (pero ruego que mantengan presentes los casos de Virginia Tech, Newtown o Columbine, entre muchos otros), la Policía de la ciudad asegura que el descenso de las cifras está directamente relacionado con las paradas y registros; el alcalde lo relaciona con la restricción de armas; el diario habla de causas múltiples y pone los ejemplos de las guerras entre bandas por motivos de control del mercado de las drogas y/o de los territorios; Zimring habla de que el descenso de la delincuencia en Estados Unidos terminó en el año 2000 y que en NYC se ha sostenido al menos 12 años más, y pone de relieve el cambio operado en los barrios (“efecto Starbucks”); Levitt achaca dichas cifras (de las cuales, evidentemente, nos alegramos todos) a la legalización del aborto, aunque lo mezcla con los problemas en la crianza de los niños en situaciones problemáticas y con el descenso de la población en la franja de edad de entre 16 y 24 años, “la franja de edad más común de los delincuentes de Nueva York”; Gladwell, por su parte, enfatiza la “detención de líderes clave”, la “limpieza del entorno” y la lucha contra las pequeñas infracciones.

Pues bien: reflexionemos y hablemos de estadísticas (nuestro último punto de interés):

Observamos en las causas “atribuidas” al descenso de la delincuencia factores diversos, que van mucho más allá de la adopción de determinadas vertientes teóricas, modelos procedimentales a nivel policial y/o cambios en la estructura de la población y del entorno urbano.

La delincuencia, como la Criminología, es un fenómeno “poliédrico” (como siempre enfatiza Francisco Bernabéu, presidente de la FACE). En este sentido, las estrategias que funcionan para disminuir la delincuencia no son consecuencia de una teoría o modelo únicamente. Por tanto, atribuir el descenso de la delincuencia a un solo factor sería hablar de panaceas, las cuales no existen.

Una magnífica compilación de “Políticas y estrategias de Prevención del delito y Seguridad Ciudadana” la pueden encontrar en el libro del mismo nombre del Profesor Juanjo Medina (2011, Edisofer) (http://www.tirant.com/derecho/libro/politicas-y-estrategias-de-prevencion-del-delito-y-seguridad-ciudadana-9789974676756). Y verán estrategias que funcionan, que no funcionan y prometedoras. Y, entre ellas, estrategias que funcionan poco o nada entre las que se encuentran algunas de las tratadas unas líneas más arriba.

Pero los homicidios han bajado, y es cierto ante las estadísticas que se nos presentan. Y aumentan los delitos contra la propiedad, también es cierto. Tal vez, como Aebi y Linde (2010) y Westfelt y Estrada (2005) han venido a mostrar, dicha disminución y aumento para cada tipo de delincuencia son tendencias en Estados Unidos y Europa sostenidas en los últimos años; Batabyal (2011), en su análisis de corte econométrico también ha constatado dicha tendencia (disminución de delitos violentos y aumento de los delitos contra la propiedad).

Tal vez, y este sería el verdadero debate, deberíamos reflexionar en torno a qué funciona, qué es prometedor y qué no funciona sin pretender situarnos como técnicos en un marco teórico determinado (cuestión distinta es que a nivel académico y/o personal nos posicionemos).

Si gustan, el debate está abierto: el control de las armas, por desgracia (¡ojalá fuera tan “fácil”!), es un elemento más en el mismo.
Aprovecho para desearles una magnífica entrada a 2013.
Un saludo.
Pedro Campoy Torrente

martes, 4 de diciembre de 2012

Retos en un futuro inmediato


¡La Generalitat Valenciana aprobó el día 30 de noviembre el proyecto de Ley de creación del Colegio Oficial de Criminólogos de la Comunitat Valenciana!

¡Es una fantástica noticia!

Desde que hace unos años los compañeros de la Asociación de Criminólogos de Alicante presentaran al primera solicitud de creación del Colegio han pasado muchas cosas; otros compañeros han presentado la solicitud al Govern valenciano, y también se han reproducido estas iniciativas en otras Comunidades (por ejemplo, en Catalunya).

Anoche las redes sociales rebosaban de alegría, y la actividad en relación a la noticia fue espectacular. Es un momento de celebración y de alegría, pero debemos mantener la calma y empezar a ser consciente de que el trabajo más duro empieza (sigue) ahora.

El objetivo puede parecer superado, pero no es un fin en sí mismo: recordemos que desde hace muchos años se han ido consiguiendo objetivos que, como en el caso de la Licenciatura/Grado, fueron sonados. Y dichos objetivos albergan fines mucho más ambiciosos (y justos para con el colectivo).

En primer lugar, debemos seguir demostrando nuestras competencias y nuestra capacidad día a día, ya que la inserción laboral depende en gran medida de ello. En segundo lugar, también debemos conseguir la "normalización" de la profesión (no sólo la inserción profesional). Y así, podemos ir encontrando objetivos que superan estos pequeños hitos que conforman nuestra intra-historia.

Es un momento de máxima alegría; de regocijo y de celebración: no hay duda.

Pero también es un buen momento para poner los pies en el suelo de nuevo y empezar a programar las nuevas aventuras que nos esperan.

Por delante nos quedan horas y horas de trabajo a través de las cuales articular y dar contenido a los Colegios; nos quedan intensas discusiones y muchas batallas de definición de competencias (y no puestos profesionales) reales (no adquiridas, ni usurpadas, como algunos aseguran que son); nos queda, en definitiva, un reto: construir nuestro futuro.

Desde FACE siempre hemos animado, tanto a Asociaciones y colectivos federados como a Asociaciones y colectivos no federados, a trabajar y a demostrar competencias. Cada uno en su parcela, pero unidos. Esta unión parece que empieza a dar sus frutos, y desde FACE respaldaremos todas aquéllas iniciativas que vayan en beneficio de nuestro colectivo.

Disfrutemos de esta excepcional noticia y empecemos a trabajar.

Desde FACE ya lo estamos haciendo: ¿te apuntas?

 

 

Pedro Campoy Torrente

Associació Catalana de Criminòlegs

Vicepresidente de la Federación de Asociaciaciones de Criminólogos de España